La agorafobia atendiendo a su etimología vendría a significar algo así como miedo a los espacios abiertos, sin embargo en clínica, la agorafobia se describe como el miedo a sufrir un ataque de pánico en situaciones en las que no puedan ser atendidos u/o escapar. Ejemplos de situaciones típicamente agorafóbicas serían una sala de cine, un puente, unos grandes almacenes, un gran cúmulo de gente en la calle, un avión…
Esa creencia de indefensión produce un miedo muy intenso por lo que las personas que padecen de agorafobia tienden a evitar dichas situaciones y circunstancias, lo cual dificulta bastante su día a día.
Este miedo intenso se manifiesta de manera muy similar a como lo hace un ataque de pánico, es decir, palpitaciones, sensación de irrealidad, falta de aire, agitación, sudoración, temblores, náuseas e incluso sensación imperiosa de ir al baño.
Los principales miedos que manifiestan las personas que tiene agorafobia pueden clasificarse en seis grandes grupos:
-Miedo a perder el control -Miedo a hacer el ridículo -Miedo a desmayarse
-Miedo a sufrir un infarto -Miedo a sufrir una crisis -Miedo al miedo
Todas estas personas suelen ir acompañadas de su objeto contrafóbico, que no tiene porqué ser propiamente un objeto, puede ser un familiar, una persona de confianza o un objeto, como un paraguas, por ejemplo. Este objeto funciona como un amuleto que le aporta seguridad a la persona y la hace sentirse protegida de los ataques. Si bien este proceso va condicionando a la persona hasta el punto de impedir como ya indicaba antes una vida familiar y laboral cotidiana. Es una de las fobias más incapacitantes pudiendo llegar a recluir a una persona en su casa por miedo a exponerse a situaciones cotidianas que provocan el miedo.
Llegados a este punto ya sabemos que la agorafobia es mucho más que el miedo a los espacios abiertos sino que es algo mucho más grabe e incapacitante por lo que es imprescindible que lo traten los especialistas oportunos.
El tratamiento de la fobia se realiza siempre bajo la supervisión y de la mano de un especialista. El proceso comienza con la educación del paciente acerca de la enfermedad, de sus causas y consecuencias, después se le entrena en técnicas de relajación y control de la ansiedad, para en una siguiente fase irle exponiendo de forma gradual y muy poco a poco a situaciones que provocan el miedo y la ansiedad, es lo que se conoce en clínica como aproximación gradual al estímulo fóbico.
Uno de los grandes avances en el campo de las fobias en general han sido las técnicas de realidad virtual, me estoy refiriendo a esas gafas de estética futurista que nos permiten estar en cualquier sitio, facilitando el proceso terapéutico y reduciendo los gastos derivados del tratamiento. Imaginad por ejemplo una persona que tiene por ejemplo agorafobia en situaciones de viajar en avión, para realizar la exposición el paciente debería pagar unos cuantos billetes de avión tanto para él como para el o la psicoterapeuta, además de que si experimenta una crisis de ansiedad y necesita escapar de la situación tendrían que parar el avión provocando un gran prejuicio al resto de viajeros. De esta forma podemos estar volando en un avión desde la comodidad y la seguridad que da el asiento de un consultorio.
Todo esto está de excepcional actualidad en el mundo, pues todas y todos podemos tener en cierto modo ese miedo a salir a los espacios públicos y a volver a pasear entre esas multitudes que solíamos hacerlo antes, a ver esas escenas de la Gran Vía de Madrid repleta de gente de un lado para otro, las grandes aglomeraciones en los centros comerciales o los campos y estadios deportivos repletos hasta la bandera.
Está claro que el proceso de normalización incluye muchas más cosas de las que pensamos o podemos imaginar a simple vista.
Aitor Jiménez, psicólogo de Alganda Servicios Sociales.
Nº CM-02704.