Más de la mitad de las personas mayores de sesenta años de nuestro país aseguran que se sienten en la obligación de cuidar a sus nietas y nietos de forma no voluntaria, en parte por la demanda de las hijas e hijos y por la incapacidad para ponerle límites a esto últimos.
En los últimos años y a consecuencia de los cabios socioeconómicos como son la incorporación de más mujeres al mercado laboral, las crisis económicas y la crisis sanitaria, así como las dificultades para la conciliación laboral han hecho que las familias, para conservar sus puestos de empleo y adaptarse a estas situaciones tan complejas hayan tenido que prescindir de las guarderías para reducir costes y recurrir a los y las abuelas para el cuidado de los menores.
Todo esto hace que muchas madres y padres encuentren la mejor solución para el cuidado de sus hijas en las abuelas, algo que puede tener efectos ya que las abuelas adoran a sus nietos. Son felices de tenerlos y necesitan darles su amor. Además, disponen de algo queapenas tuvieron con sus hijas, tiempo, esto hace que se sientan más relajados y puedan disfrutar de los más pequeños a la par que se sienten útiles y realizados.
En algunos casos, las abuelas pueden dedicar más de 10 horas semanales al cuidado de los nietos, lo cual, si no es deseado o se sienten en la obligación de hacerlo, bien por el qué dirán sus hijas o por el miedo a no ver a sus nietas puede tener consecuencias negativas para su salud, tanto física como mental.
Los efectos físicos, vinculados a la ansiedad que estas personas mayores sienten, se traducen en taquicardias, presión arterial alta, mareos, sofocos, respiración entrecortada, dolor crónico en articulaciones y espalda, dificultad para conciliar el sueño por la noche, entre otras.
Además de esos efectos físicos hay abuelas y abuelos que pueden llegar a sentirse desbordados emocionalmente a la hora de manejar situaciones estresantes como puede ser la crianza y la educación de sus nietos. En estos casos pueden sentirse culpables e inútiles, sentimientos que les provocan una inmensa tristeza y abatimiento generalizado.
“Hay que tener en cuenta también que el sentimiento de compromiso de los abuelos hace que muchos de ellos se sientan responsables de seguir apoyando a sus hijos a través del apoyo incondicional a sus nietos, con la finalidad de seguir sintiéndose útiles a pesar de ser conscientes de que no mantienen las suficientes capacidades físicas y mentales para tal fin.
Por todo ello, conocer y respetar los límites de las abuelas debe ser prioritario, ya que la vejez debería ser una etapa de liberación de cargas y un transcurso de la vida que va paralelo a la jubilación, sinónimo de descanso, ocio y tranquilidad y no una prolongación del trabajo, situaciones estresantes y demandantes y sufrimiento emocional.
Y para concluir, hay a veces que esa sobrecarga roza lo que podríamos llamar maltrato. Y dejamos en la carga emocional de las abuelas, problemas y situaciones que son de hijas e hijos, como es la conciliación. Haciendo sentirse culpables por circunstancias que no son suyas, y que no debieran ser quien tuviera que solucionarse, y en muchos casos para una mayor comodidad de padres y madres.
Tengamos en cuenta entre todas y todos las cargas emocionales que supone el cuidado de los nietos y nietas de nuestros padres y madres. Cuidémosles.