En estos últimos días en los que todo gira en torno al COVID-19 hemos escuchado cientas de recomendaciones de las autoridades sanitarias, que si debemos lavarnos las manos de forma frecuente e intensiva, que debemos toser en el antebrazo y la que más me ha llamado la atención como psicólogo y supongo que no será a el único, el distanciamiento social. ¿Cómo que distanciamiento social? ¿Qué es eso del distanciamiento social?
Las autoridades sanitarias lo describen como aumentar la distancia física entre las personas en al menos dos metros, a fin de evitar la propagación del virus. ¿Pero si lo describen como algo físico por qué lo llaman distanciamiento social?
Cuando escucho la palabra distanciamiento social no puedo evitar pararme a pensar en el componente afectivo y asociativo que tiene la palabra social, el mantener las relaciones con los demás, el hablar con nuestros seres queridos y el expresar como nos sentimos. Supongo que no seré el único al que en cierto modo esto del distanciamiento social le haya hecho reflexionar. Y es que como nos dice la psicología del lenguaje y la psicolingüística, el lenguaje es una herramienta de cambio y transformación de la sociedad, las palabras que decimos y empleamos influyen mucho en cómo nos hacen sentir, todo reside en los pequeños matices.
Antes para referirnos a una persona en silla de ruedas empleábamos palabras como discapacitado o minusválido, ambas nos están dando ya ideas e imágenes a cerca de incapacidades o menor valor de esa persona, cuando en la mayoría de los casos las personas en silla de ruedas pueden hacer una vida totalmente normal, siendo igual de válidos y con las con las mismas capacidades que la gran mayoría de la sociedad, por eso en la actualidad hablamos de diversidad funcional motora o físico-motriz, porque esta palabra refleja mejor la realidad y no trasmite todos esos componentes negativos y estigmatizantes.
Pues bien con el distanciamiento social me pasa lo mismo, en esta situación más que nunca debemos aumentar la distancia social con los demás, entendida como las relaciones personales y emocionales con nuestros seres queridos, para evitar aparte de estar solos en nuestra casa, sentirnos solos. Y es que la clave está aquí en el estar solo y en el sentirme solo.
Por eso considero, al igual que muchos compañeros y especialistas de otras disciplinas más relacionadas con lo social que para referirnos a aumentar la distancia con los demás deberíamos llamarlo distanciamiento físico, porque básicamente es lo que es. Tenemos la obligación como sociedad de protegernos los unos a los otros y para ello es necesario frenar el contagio, por medio del distanciamiento físico de los demás, pero para cuidar y proteger como sociedad y como atención social debemos estar más cerca de las personas que más lo necesitan en estos momentos.
Aitor Jiménez, Psicólogo de Alganda Servicios Sociales.
nº CM02704