La feminización del paro en Castilla-La Mancha, y en particular en la provincia de Toledo, refleja una realidad compleja y preocupante que combina factores económicos, sociales y de género. Este fenómeno no es solo un dato estadístico, sino una manifestación evidente de las desigualdades estructurales que persisten en nuestra sociedad y que se intensifican en contextos como el del empleo.

El desempleo en Castilla-La Mancha tiene un marcado carácter femenino, con las mujeres representando el 63% de la población desempleada. Este porcentaje es significativo no solo por su magnitud, sino porque pone de manifiesto una vulnerabilidad específica de las mujeres en el mercado laboral de la región. En Toledo, la situación es particularmente grave, con una tasa de desempleo femenino que alcanza el 36%, una de las más altas de la región. Esta cifra no solo es alarmante en términos absolutos, sino que destaca la persistente brecha de género que caracteriza al desempleo en la provincia y que se extiende al resto de la comunidad.

La concentración del desempleo femenino en Toledo y otras provincias de Castilla-La Mancha no es un hecho aislado. Se inscribe en un contexto más amplio de discriminación indirecta en el ámbito laboral, donde las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por la falta de oportunidades y la precariedad laboral. Este fenómeno no solo es una cuestión de equidad social, sino que tiene implicaciones económicas de gran calado. La brecha de género en el desempleo y en la participación laboral tiene un coste de oportunidad para la economía que asciende a miles de millones de euros, lo que subraya la urgencia de abordar este problema desde una perspectiva integral.

El análisis de la brecha de género en Castilla-La Mancha revela que esta desigualdad no es homogénea, sino que varía significativamente entre sectores de actividad y municipios. En sectores como el de servicios, la feminización del desempleo es especialmente acentuada, con diferencias de hasta 80 puntos porcentuales en algunos municipios. Este dato es revelador de la segregación ocupacional por género, donde las mujeres tienden a concentrarse en sectores más vulnerables a la precariedad y al desempleo.

En Toledo, la situación se agrava por la combinación de altas tasas de paro y una brecha de género pronunciada. Esta realidad pone de manifiesto la necesidad de políticas públicas más efectivas y focalizadas que no solo busquen reducir el desempleo en términos generales, sino que también aborden de manera específica las barreras que enfrentan las mujeres en el mercado laboral. La discriminación laboral que sufren las mujeres, especialmente en contextos rurales o menos desarrollados industrialmente, como muchos de los municipios de Castilla-La Mancha, es un factor determinante en su exclusión del mercado de trabajo y en la perpetuación de la pobreza y la exclusión social.

El desafío de reducir la feminización del paro en Castilla-La Mancha pasa por un enfoque multidimensional que incluya tanto medidas de formación y capacitación como incentivos para la contratación de mujeres. Además, es crucial promover un cambio cultural que revalorice el papel de la mujer en el mercado laboral y que fomente la igualdad de oportunidades desde la educación hasta la jubilación. Solo así se podrá avanzar hacia un mercado laboral más justo y equitativo, donde el género no sea un factor determinante en la vulnerabilidad laboral.