El duelo es un proceso complejo tanto a nivel psicológico como emocional, que es natural y al que todos los seres humanos tenemos que hacer frente a lo largo de nuestra vida. Consideramos como duelo la pérdida de un ser querido (una muerte, una separación…) o de un bien material (perdida de la casa, del negocio familiar, de un vehículo…) y cada persona lo experimenta a su manera y no siempre de la misma forma, pues esto depende de la etapa vital en la que nos encontremos. Pero algo que tienen todos los procesos de duelo en común son las rumiaciones.
Las rumiaciones vienen de los rumiantes, que son animales, como las vacas y las ovejas entre otros, que mastican la comida muchas veces y le dan vueltas y vueltas en la boca. Pues las rumiaciones son esto mismo, son pensamientos intrusos que nos aparecen de forma repentina y no podemos parar de darles vueltas en nuestra cabeza, lo cual nos acaba generando malestar y ansiedad al no llegar a ninguna conclusión válida.
Estos pensamientos suelen adoptar formas del tipo: no puedo vivir sin él/ella, todo es culpa mía, si pudiera volver atrás…, si hubiera actuado de otra manera cuando aún estaba…, y si… Estos pensamientos como ya hemos dicho aparecen de forma recurrente y nos hablan de cosas que nuestra mente aún no puede aceptar. Todo esto está relacionado con tres elementos centrales, las circunstancias de la pérdida, la relación con la perdida y las consecuencias de esta.
Las rumiaciones surgen a través de un proceso de búsqueda desordenado con el que pretendemos explicar o justificar nuestra perdida. De esta manera nos centramos en aspectos muy concretos de las circunstancias de la muerte, perdiendo la visión concreta y real de la situación, perdiendo perspectiva y objetividad de la situación lo cual nos impide interpretar de forma adecuada lo que ocurre a nuestro alrededor. Es por esto que nos podemos sentir desconectados de nuestro entorno y de nosotros mismos.
De esta manera la obsesión propia de las rumiaciones de duelo se define como una fijación rígida e inflexible que no nos permite avanzar en nuestro proceso de duelo y que además nos dificulta un proceso sano y adaptativo.
Aitor Jiménez, Psicólogo de Alganda Servicios Sociales.
nº CM02704