La violencia contra la mujer es un problema global que trasciende fronteras y edades. Sin embargo, existe un grupo especialmente vulnerable que a menudo queda invisibilizado: las mujeres mayores en el mundo rural. Este colectivo enfrenta una serie de desafíos únicos que agravan su situación y dificultan su acceso a la justicia.

Las mujeres mayores en zonas rurales suelen estar más aisladas, lo que dificulta que denuncien los abusos y busquen ayuda. La falta de redes de apoyo y la escasa presencia de servicios especializados agravan esta situación.

Muchas mujeres mayores en el mundo rural dependen económicamente de sus parejas o familiares, lo que las convierte en blanco fácil de la violencia económica y psicológica. El miedo a ser juzgadas por la comunidad o a perder su hogar y sus pertenencias disuade a muchas mujeres de denunciar. La vergüenza y la culpa son sentimientos comunes en este contexto. Además en algunas comunidades rurales, la violencia contra las mujeres se considera «normal» o incluso aceptable. Esta normalización dificulta que las víctimas reconozcan que están siendo maltratadas y busquen ayuda.

La violencia contra la mujer mayor en el mundo rural tiene graves consecuencias para las víctimas, tanto a nivel físico como psicológico. Algunas de estas consecuencias incluyen:

Problemas de salud física, como lesiones, enfermedades crónicas y trastornos del sueño son algunas de las consecuencias físicas más comunes.

Trastornos psicológicos, tales como depresión, ansiedad, estrés postraumático y baja autoestima son algunos de los trastornos psicológicos más frecuentes.

La violencia puede llevar al aislamiento social, lo que a su vez agrava los problemas de salud mental y física. Así como puede limitar la autonomía de las víctimas, dificultando su capacidad para tomar decisiones sobre su propia vida.

¿Qué se puede hacer? Para abordar este problema, es necesario adoptar un enfoque multidisciplinario que involucre a diferentes actores sociales.

Es fundamental empoderar a las mujeres mayores, fomentando su autonomía y ofreciéndoles herramientas para denunciar la violencia y salir de situaciones de maltrato. La violencia contra la mujer mayor en el mundo rural es un problema complejo que requiere una respuesta integral y coordinada. Al visibilizar este problema y trabajando juntos, podemos construir sociedades más justas y equitativas para todas las mujeres.

Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, alzamos nuestra voz para visibilizar un problema que afecta a tantas y tantas mujeres que viven en pequeños municipios aislados para decirles que no están solas.